¿Es el mejor momento para darle fin a tu lactancia?
La OMS (Organización Mundial del Salud) recomienda: “la lactancia materna exclusiva durante seis meses, la introducción de alimentos apropiados para la edad y seguros a partir de entonces, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más. La lactancia materna es la forma ideal de aportar a los niños pequeños los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables. Prácticamente todas las mujeres pueden amamantar, siempre que dispongan de buena información y del apoyo de su familia y del sistema de atención de salud.”
Es claro que la lactancia materna es lo mejor que le puede pasar a un bebé los primeros meses de la vida; sin embargo, el reporte estadístico de la página del Minsalud del Gobierno de Colombia actualizada a febrero de 2018: “En el país, el promedio de duración total de lactancia materna para el año 2010 fue de 14,9 meses, lejos de la recomendación internacional de 24 meses; así mismo, la lactancia exclusiva fue de 1,8 meses en comparación con las directrices de la OMS, de seis meses”
<< Destetar, significa, Según la RAE (Real Academia Española): “Hacer que deje de mamar el niño, procurando su nutrición por otros medios.” >>

En la práctica cultural, social, familiar y en mi caso profesional, me encuentro con mujeres quienes rompen su lactancia por las dificultades que les trae, muchas desde antes del mes, en general por el dolor mamario, la congestión y las grietas que es lo predominante de esta época postparto, otras alrededor de los 2 meses por la escasa producción y otras, con su bebé más grande, por la creencia de que su leche no es lo suficientemente nutritiva para sus hijos.
<< ¿Sabes qué contiene la leche materna? >>
Juzgar a la madre por el abandono de la lactancia sería injusto; en general, las críticas parten de personas que no se han enfrentado al dolor de una grieta del pezón, a los síntomas tan agobiantes de una mastitis o no han tenido noches largas por el miedo de que su bebé no está bien nutrido. Estas madres, optan por el destete basadas en el amor, tanto propio como a sus hijos y quieren parar el sufrimiento en el que están.
Creo firmemente que si estas mujeres hubieran tenido atención oportuna y adecuada, posiblemente no hubieran abandonado su lactancia. En estas situaciones, por ejemplo, cuando me consultan madres con mastitis, muchas me piden iniciar medicamentos para parar la producción de leche, pero siempre les digo: “dame media hora y volvemos a evaluar esa posibilidad”; la madre está agudamente enferma, con un dolor mamario que le limita incluso mover sus brazos, con fiebre, dolor de cabeza, un malestar que no puede ni con ella misma; comienzo el tratamiento médico farmacológico y local y la madre en cuestión de minutos comienza a sentirse mucho mejor, pegamos a su bebé y a pesar de que duele, la madre se va sintiendo mejor y recupera esa emoción que le da tener a su bebé amamantando. En ese momento, la necesidad de destetar pasa a otro plano y ella ya sabe que es capaz de continuar.
En estos escenarios, como lo he expresado en muchas oportunidades, la diferencia entre el éxito o el fracaso de la lactancia radica en quien hace el acompañamiento.
La importancia de un buen destete.
Hay otros escenarios, como las parejas que han sido exitosas en lactancia, me refiero a la pareja lactante (madre y bebé), en la que ambos disfrutan del amamantamiento pero se les va llegando un momento en su periodo de lactancia en el que la madre se encuentra con la necesidad de destetar (ya sea una necesidad auto-inducida o generada por la presión social y familiar de suspender la lactancia). Estas madres empiezan a buscar consejos en todas partes, en la familia, en la vecina, en el farmaceuta. Tristemente se encuentran con estrategias como rechazar a su bebé o incluso separarse de el por unos días mientras la leche deja de salir, otras se esconden y dejan que su hijo llore hasta que se queda dormido. Suponen que al bebé se le olvidará lo que era el contacto con su madre. Casi todas logran destetar, digamos en el sentido estricto de dejar de mamar, pero también lograron marcar a sus bebés y a ellas mismas con un sentimiento muy extraño de lejanía, abandono, frustración, tristeza, de esos dolores en el corazón que nadie sabe explicar. Sin contar, además, con la posibilidad de complicaciones médicas como congestión, obstrucción y mastitis.

Asesorar a la madre, entender su situación y explicar cómo sería la mejor forma para lograr un destete progresivo es la idea del acompañamiento de una consulta de lactancia. En algunas madres puede llegar a ser necesario el uso de medicamentos, en la mayoría no, lo importante es usar las estrategias que no generan culpas ni malestares en ella o en su bebé. Lograr que sea tan natural que ninguno de los dos sienta que pasó, es darse cuenta de que hubo cambios, ambos cambiaron y maduraron en su relación; la leche ya no es la conexión de antes, sigue siendo el amor pero expresado de una forma diferente. Se puede destetar con amor.